viernes, 4 de diciembre de 2015

Azul invierno


Nuevas imágenes, colores desorbitados, sensaciones desesperadas y desesperantes, un cielo con luces con más vida que la humana, infinitas en la memoria. Un horizonte, una cama ¿desierta?, sábanas que languidecen despojadas, cerca de la ventana, un sencillo florero, un cigarrillo y una mano, memoria e imaginería mezclándose, deseándose y desaprobándose cada vez que coinciden.
La noche como compañera, amante escandalosa con sus sirenas y resuellos, enamorada de los cuerpos más que de las almas, sexo y diversión, sexo sin pasión, erotismo mentiroso que golpea aunque no lo percibas, aunque no lo pretendas, aunque trates de olvidarlo, texturas, roces, sabores, aromas, colores, golpes de placer que se centran en tu cerebro volviéndote uno con el universo.
El frío clava sus agudas uñas azules sobre la base de su cuello, cincela con maestría sus omóplatos, se cierne en su cintura y pule sus caderas desnudas, desea creer que el cuerpo entre las sábanas logró cavar más hondo que los dedos experimentados de aquél que se interna por la ventana, pero no es así, es más fácil arrancar palmo a palmo la piel que liberar de su botella al genio del alma, al esclavo de sus cadenas, al cobarde de su miedo.
Pero no fuiste tú la mano que despojó a la botella de su tapón, ni la llave que liberó al esclavo de sus cadenas, tampoco me insuflaste valentía, tu tacto no fue hostil a mi piel, pero mi cuerpo no se convirtió en tu territorio, tu sabor dejó en mis labios un gusto a tabaco y a whisky que mañana enmarcarán una resaca no real, no mental, no moral, ni espiritual, táctil. Todo tú convertido en humo gris y vaho etílico.
No es que imaginara que te cristalizarías en todo mi mundo, no después de mirarme en tus ojos, no después de los primeros avances y definitivamente no después de compartirnos, aunque partirnos pareció mejor idea que unirnos. Sí hubieras sido el indicado, no para la vida: no me ilusiono, para esta noche, Morfeo no me habría rehuido esta duermevela, pero se marchó en busca de otros sueños que realizar y otras pesadillas que ejecutar.

Sin embargo duermes, ¿descansas o sientes la ansiedad que provoca la congoja?, tu cuerpo exánime parece despojado de toda contrariedad, quisiera robarte el hálito que te habita, si lo tuviera serías mío, entrarías en cada uno de los poros de mi piel estallándolos, posesión doble, goce finito que nos haría perennes, dedos que se posan en el cristal sin quebrantarlo.

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