miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sostengo entre los dedos la orilla de mi historia,
conozco las palabras con que deseo contarla,
desde mi infancia, sólo he tenido palabras;
ahora, éstas dependen del sedal que desenrede.
no tengo idea de lo que podré encontrar,
pero sé que mis palabras están listas para ser dichas
y mis trazos están listos para mostrar su figura.
Siento la luz que se prepara para alejar la oscuridad
y escucho el susurro de sus voces que son mi voz.

En mis dedos hormiguea una verdad desconocida,
pasa a través de mis palmas.
Es la cercanía de un presente largamente esperado.
Es la anticipación de lo que vendrá.
Camino una brecha que desconozco
y me preparo para recuperar la historia que otros
me compartirán. Y entre más recupero, más busco.

Pirata de mi propio silencio,
deseo rellenar de tinta los huecos en blanco




lunes, 21 de diciembre de 2015

Quiero que nos encontremos bajo noches estrelladas
vientos juguetones para nuestros cabellos
frío que cala los huesos, pero enciende el alma

Que la montaña entre a nuestra nariz
con todos sus matices de árboles rocosos

Quiero delirio de duermevelas
sabores que se encuentran con nuestras carcajadas

Quiero noche de apuestas y confesiones
madrugadas de sueños, amaneceres de a dos, de a tres
de ausencia,

Si no me encuentras en la montaña
búscame en la orilla de mi propio mar tormentoso
lo que pierdas de sol lo ganarás en intensidad metálica
sinceridad fría, palabras vivas, misterios por explorar.

Caminando
Encontrarás los fragmentos que me construirán entera...



domingo, 13 de diciembre de 2015

Viste sólo ropa interior, tiene sus codos puestos sobre las rodillas, de repente sus manos se detienen sobre su cabello, lo suelta, juega con él, su mirada viaja vagabunda de las letras regadas en la pared a sus tobillos.
Se detiene mirándolos con obstinación antes de lanzar el cuerpo hacia atrás, dejando la cabeza y los hombros pendiendo de la orilla de la cama, como si colgara de un trapecio.
En ocasiones una cama puede ser tan peligrosa como un trapecio, en el reproductor Pablo Milanés afirma que "todavía quedan restos de humedad". Su cabeza colgando como un badajo de campana y mira por la ventana los barruntos de tormenta.
Muy similares a los que se deslizan por sus pensamientos en la orilla de su trapecio comprende que ha perdido su hora de volar como si su cuerpo se resistiera a la idea, sus brazos se extienden y pseudo alas le permiten alejarse del momento, dejar de pensar, lanzarse a un trapecio donde nadie puede sostenerla.
En la ventana se dibujan gotas de lluvia, la música sigue sonando, su mente ha dejado de pensar y vuela libre.
El encanto ha dado frutos, sus móviles brazos son ahora alas y su femenino cuerpo ha metamorfoseado en ave, el único rasgo casi humano se conserva en la chispa de la mirada intensa, viva, valiente.
La casa ha desaparecido y abandona el trapecio sin esperar sostén pues los músculos de su pecho y su recién estrenado plumaje le permite no sentir miedo y extendiendo las alas se aleja en busca de otro sueño.


Puede uno avanzar sin llevarse a su paso todo lo que se ha conocido hasta ahora ¿Es posible caminar sin que el polvo, la pátina del recuerdo se meta en cada uno de los poros de la piel? ¿Quiénes somos? ¿Recuerdos cargados de ayer, promesas de un mañana, sombras de un presente? La lluvia purifica lo que diluye.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Azul invierno


Nuevas imágenes, colores desorbitados, sensaciones desesperadas y desesperantes, un cielo con luces con más vida que la humana, infinitas en la memoria. Un horizonte, una cama ¿desierta?, sábanas que languidecen despojadas, cerca de la ventana, un sencillo florero, un cigarrillo y una mano, memoria e imaginería mezclándose, deseándose y desaprobándose cada vez que coinciden.
La noche como compañera, amante escandalosa con sus sirenas y resuellos, enamorada de los cuerpos más que de las almas, sexo y diversión, sexo sin pasión, erotismo mentiroso que golpea aunque no lo percibas, aunque no lo pretendas, aunque trates de olvidarlo, texturas, roces, sabores, aromas, colores, golpes de placer que se centran en tu cerebro volviéndote uno con el universo.
El frío clava sus agudas uñas azules sobre la base de su cuello, cincela con maestría sus omóplatos, se cierne en su cintura y pule sus caderas desnudas, desea creer que el cuerpo entre las sábanas logró cavar más hondo que los dedos experimentados de aquél que se interna por la ventana, pero no es así, es más fácil arrancar palmo a palmo la piel que liberar de su botella al genio del alma, al esclavo de sus cadenas, al cobarde de su miedo.
Pero no fuiste tú la mano que despojó a la botella de su tapón, ni la llave que liberó al esclavo de sus cadenas, tampoco me insuflaste valentía, tu tacto no fue hostil a mi piel, pero mi cuerpo no se convirtió en tu territorio, tu sabor dejó en mis labios un gusto a tabaco y a whisky que mañana enmarcarán una resaca no real, no mental, no moral, ni espiritual, táctil. Todo tú convertido en humo gris y vaho etílico.
No es que imaginara que te cristalizarías en todo mi mundo, no después de mirarme en tus ojos, no después de los primeros avances y definitivamente no después de compartirnos, aunque partirnos pareció mejor idea que unirnos. Sí hubieras sido el indicado, no para la vida: no me ilusiono, para esta noche, Morfeo no me habría rehuido esta duermevela, pero se marchó en busca de otros sueños que realizar y otras pesadillas que ejecutar.

Sin embargo duermes, ¿descansas o sientes la ansiedad que provoca la congoja?, tu cuerpo exánime parece despojado de toda contrariedad, quisiera robarte el hálito que te habita, si lo tuviera serías mío, entrarías en cada uno de los poros de mi piel estallándolos, posesión doble, goce finito que nos haría perennes, dedos que se posan en el cristal sin quebrantarlo.

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A veces un cigarro es sólo un cigarro...

Mientras preparaba todos los papeles, ella reparó en que se encontraba justo en la esquina de la oficina de él, la bruma rodeaba toda la calle y la lluvia dibujaba un halo alrededor de las farolas. Sobre el mostrador una cajetilla de cigarros, en su mano el celular.
El teléfono sonó, él supo que era ella.
-¡Hola señorita "dos semanas"!.
La voz femenina no contestó a su saludo y sólo preguntó. -¿Estás en tu oficina? porque estoy en la esquina, ¿tienes tiempo para fumarte un cigarro conmigo?.
-Voy para allá. Fue la contestación antes de colgar.
Pasaron más minutos de lo que llevaría cerrar una puerta, bajar una escalera y dar unos cuantos pasos, unos minutos que la apremiaron a tomar un cigarro y encenderlo, añadiéndolo a la cuenta por pagar.
Lo vio cruzar la calle y decirle.
-Dos semanas...
Ella aspiró el humo de su cigarro y después de sonreír le respondió- -Un suspiro.
-Cuéntamelo todo...
-No hay tiempo, sólo tengo hasta que se termine. Dijo señalando con la mirada el cigarro moribundo.
Sin decir nada se lo quitó de la mano para encender el suyo.
-Entonces hagamos que dure.
Mencionaron datos, hicieron comentarios, dieron un apresurado reporte de sus respectivas vidas y tuvieron la certeza de lo mucho que han cambiado.
-Estuve en "tu ciudad" y me acordé de ti.
-¿Mi ciudad?
-Bueno, la última que visitaste.
- Es una buena ciudad para recordarme.
- Recordarte me ayuda a reconocerte, te tengo enfrente y no te reconozco, sonríes y...
Ella lo interrumpió. -Lo siento, se acabó el cigarro, tengo que irme.
- ¿Necesitas taxi? - Era una pregunta, pero sonó como afirmación.
- Sí gracias.
La lluvia se tornó menos delicada, se besaron en la mejilla, se abrazaron, a punto de separarse él la estrechó nuevamente diciendo, -Estoy feliz por ti. La vio cruzar entre los autos y tal vez temiendo que no llegara al que la esperaba, gritó: -Ten cuidado, no sea que por un accidente arruines tus planes.
-Ni siquiera lo pienses- Gritó ella triunfante en la acera de enfrente, abrió la puerta del auto y antes de subir, sonrió nuevamente y dijo. -Dos semanas, ciao.
Ella partió en el taxi y él aspiró nuevamente el humo del tabaco, no se había consumido. Ella ya no estaba, dejó caer el cigarro en la acera y lo aplastó con el pie, la calle lluviosa y vacía parecía mirarlo. Le dio la espalda y regresó a su oficina vacía.