Mientras preparaba todos los papeles, ella reparó en que se encontraba justo en la esquina de la oficina de él, la bruma rodeaba toda la calle y la lluvia dibujaba un halo alrededor de las farolas. Sobre el mostrador una cajetilla de cigarros, en su mano el celular.
El teléfono sonó, él supo que era ella.
-¡Hola señorita "dos semanas"!.
La voz femenina no contestó a su saludo y sólo preguntó. -¿Estás en tu oficina? porque estoy en la esquina, ¿tienes tiempo para fumarte un cigarro conmigo?.
-Voy para allá. Fue la contestación antes de colgar.
Pasaron más minutos de lo que llevaría cerrar una puerta, bajar una escalera y dar unos cuantos pasos, unos minutos que la apremiaron a tomar un cigarro y encenderlo, añadiéndolo a la cuenta por pagar.
Lo vio cruzar la calle y decirle.
-Dos semanas...
Ella aspiró el humo de su cigarro y después de sonreír le respondió- -Un suspiro.
-Cuéntamelo todo...
-No hay tiempo, sólo tengo hasta que se termine. Dijo señalando con la mirada el cigarro moribundo.
Sin decir nada se lo quitó de la mano para encender el suyo.
-Entonces hagamos que dure.
Mencionaron datos, hicieron comentarios, dieron un apresurado reporte de sus respectivas vidas y tuvieron la certeza de lo mucho que han cambiado.
-Estuve en "tu ciudad" y me acordé de ti.
-¿Mi ciudad?
-Bueno, la última que visitaste.
- Es una buena ciudad para recordarme.
- Recordarte me ayuda a reconocerte, te tengo enfrente y no te reconozco, sonríes y...
Ella lo interrumpió. -Lo siento, se acabó el cigarro, tengo que irme.
- ¿Necesitas taxi? - Era una pregunta, pero sonó como afirmación.
- Sí gracias.
La lluvia se tornó menos delicada, se besaron en la mejilla, se abrazaron, a punto de separarse él la estrechó nuevamente diciendo, -Estoy feliz por ti. La vio cruzar entre los autos y tal vez temiendo que no llegara al que la esperaba, gritó: -Ten cuidado, no sea que por un accidente arruines tus planes.
-Ni siquiera lo pienses- Gritó ella triunfante en la acera de enfrente, abrió la puerta del auto y antes de subir, sonrió nuevamente y dijo. -Dos semanas, ciao.
Ella partió en el taxi y él aspiró nuevamente el humo del tabaco, no se había consumido. Ella ya no estaba, dejó caer el cigarro en la acera y lo aplastó con el pie, la calle lluviosa y vacía parecía mirarlo. Le dio la espalda y regresó a su oficina vacía.