viernes, 4 de diciembre de 2015

A veces un cigarro es sólo un cigarro...

Mientras preparaba todos los papeles, ella reparó en que se encontraba justo en la esquina de la oficina de él, la bruma rodeaba toda la calle y la lluvia dibujaba un halo alrededor de las farolas. Sobre el mostrador una cajetilla de cigarros, en su mano el celular.
El teléfono sonó, él supo que era ella.
-¡Hola señorita "dos semanas"!.
La voz femenina no contestó a su saludo y sólo preguntó. -¿Estás en tu oficina? porque estoy en la esquina, ¿tienes tiempo para fumarte un cigarro conmigo?.
-Voy para allá. Fue la contestación antes de colgar.
Pasaron más minutos de lo que llevaría cerrar una puerta, bajar una escalera y dar unos cuantos pasos, unos minutos que la apremiaron a tomar un cigarro y encenderlo, añadiéndolo a la cuenta por pagar.
Lo vio cruzar la calle y decirle.
-Dos semanas...
Ella aspiró el humo de su cigarro y después de sonreír le respondió- -Un suspiro.
-Cuéntamelo todo...
-No hay tiempo, sólo tengo hasta que se termine. Dijo señalando con la mirada el cigarro moribundo.
Sin decir nada se lo quitó de la mano para encender el suyo.
-Entonces hagamos que dure.
Mencionaron datos, hicieron comentarios, dieron un apresurado reporte de sus respectivas vidas y tuvieron la certeza de lo mucho que han cambiado.
-Estuve en "tu ciudad" y me acordé de ti.
-¿Mi ciudad?
-Bueno, la última que visitaste.
- Es una buena ciudad para recordarme.
- Recordarte me ayuda a reconocerte, te tengo enfrente y no te reconozco, sonríes y...
Ella lo interrumpió. -Lo siento, se acabó el cigarro, tengo que irme.
- ¿Necesitas taxi? - Era una pregunta, pero sonó como afirmación.
- Sí gracias.
La lluvia se tornó menos delicada, se besaron en la mejilla, se abrazaron, a punto de separarse él la estrechó nuevamente diciendo, -Estoy feliz por ti. La vio cruzar entre los autos y tal vez temiendo que no llegara al que la esperaba, gritó: -Ten cuidado, no sea que por un accidente arruines tus planes.
-Ni siquiera lo pienses- Gritó ella triunfante en la acera de enfrente, abrió la puerta del auto y antes de subir, sonrió nuevamente y dijo. -Dos semanas, ciao.
Ella partió en el taxi y él aspiró nuevamente el humo del tabaco, no se había consumido. Ella ya no estaba, dejó caer el cigarro en la acera y lo aplastó con el pie, la calle lluviosa y vacía parecía mirarlo. Le dio la espalda y regresó a su oficina vacía.


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